Cambiar el paradigma


La alimentación es un hábito que adquirimos desde la gestación hasta el final de nuestra vida. Cuando estamos embarazadas ya comenzamos a tomar decisiones que influirán en el presente y futuro de nuestro hijo. Los hábitos alimenticios, por ejemplo.
Cuando una embarazada me pregunta como debe alimentarse suelo decirle que mantenga o adquiera si ya no los tenía hábitos saludables. Pero que no pierda de vista el placer de ya estar alimentando a su hijo. Cambiando el paradigma de comer por dos, deberíamos  alimentarnos como un acto de amor y placer compartido.
Suscribo este texto robado a mi amiga Cristina Fernández de su espacio La cocina, rincón de amor.
COCINAR CON EL ALMA
Preparar la comida y comer juntos no es solo calmar en hambre. En torno al fuego, es fácil compartir mucho más que simples alimentos.
Aunque no estemos en casa y trabajemos fuera, el ámbito de la nutrición nos pertenece. Cocinar y ofrecer el alimento puede ser vivido como una prisión en relación a nuestras ansias de libertad y autonomía; o ser redescubierto como el mayor potencial femenino. Tenemos los pechos para amamantar, los brazos para acunar, las palabras para explicar, el cuerpo para cobijar, la paciencia para esperar, la profundidad para comprender, la constancia para ver crecer y el amor para cocinar el alimento material y espiritual. Las mujeres estamos hechas a imagen y semejanza de la tierra: generosas, húmedas, fértiles, receptivas. Es verdad que la histórica dominación de los hombres, cuando estábamos encerradas en ese territorio de cacerolas y sartenes, nos ha dejado un sabor amargo. Pero también lo es que podamos cambiar el paradigma y apropiarnos con entusiasmo de ese lugar nutricio, caliente e intenso que es donde se cocinan y se tejen los alimentos de toda la familia, las emociones y los amores. Podemos experimentar un contacto genuino con nuestra alma femenina, con nuestras antecesoras, cocinando alimentos sabrosos, naturales, saludables orgánicos y sencillos. La cocina puedes ser un sitio de encuentro, un rincón donde conversamos, abrimos el abanico de sentimientos y compartimos recuerdos, olores, gustos y sinsabores. Cocinar con alma es un modo de ofrecer cariño, palabras recuerdos y canciones. Si somos felices juntos, el niño comerá cualquier alimento, pero no si la tristeza, el miedo o los enfados llenan nuestra vida. En esos casos, el niño sentirá que no puede incorporar nada, porque si abre su estómago, se llenara de negatividad y desesperanza.
Si los adultos no sabemos qué nos pasa o si sabiéndolo no se lo contamos al niño, este no entenderá el mundo emocional familiar y, entonces, no podrá introducir nada. Y comida, menos.
Laura Gutman
Terapeuta Familiar.

4 comentarios:

  1. De que otra forma se puede cocinar para los hijos que no sea con el alma??? desde allí, desde el alma nos nutrimos de todo el amor que recibimos de pequeños de nuestros padres y ese amor nunca se termina y además se enriquece con los años con nuestros cambios saludables. Querida Carolina muy bueno tu comentario ....Cuando una embarazada me pregunta como debe alimentarse suelo decirle que mantenga o adquiera si ya no los tenía hábitos saludables. Pero que no pierda de vista el placer de ya estar sintiendo que esta alimentando a su hijo. Cambiando el paradigma de comer por dos, deberíamos alimentarnos como un acto de amor hacia nosotras.
    Me encanta el Blog Caro!!!! cariños!!!!!!

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  2. Me ha parecido excelente, gracias!

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  3. Precioso... "Cocinar y ofrecer el alimento puede ser vivido como una prisión en relación a nuestras ansias de libertad y autonomía; o ser redescubierto como el mayor potencial femenino. Tenemos los pechos para amamantar, los brazos para acunar, las palabras para explicar, el cuerpo para cobijar, la paciencia para esperar, la profundidad para comprender, la constancia para ver crecer y el amor para cocinar el alimento material y espiritual",,, ¡Me lo copio así tal cual!! Un abrazote, Carolina!!

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  4. Gracias Teresa, a ti que eres la pizca de sal en cualquier mesa de amigos!

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