Una cita en La Frusleria, Mercado de San Fernando. Madrid

La maternidad puede vivirse de muchas maneras. Cualquiera sea el momento de nuestra vida en que nos encuentre siempre será mejor transitada si estamos acompañadas e informadas. Las doulas existen hace mas de 25 años y trabajan profesionalmente en muchos países de Europa y Estados Unidos. Aun así en España es necesario poner luz sobre esta actividad y aclarar muchas dudas como ¿que hacen?, ¿en que espacio dentro de este proceso se desenvuelven?, ¿cuando y cuanto puede acompañar una doula en el camino de la maternidad? El domingo 6 de octubre en La Fruslería, Mercado de San Fernando c/Embajadores,41 Madrid. Una cita para conversar y aclarar dudas. 

Olivia sabe lo que quiere

Hace unos meses  una amiga me transmitía muy preocupada como su bebé, Olivia, sólo dejaba de llorar y se dormía en brazos de ella o su padre.
Cuanto mas leo e investigo mas segura estoy que lo intuitivo y el sentido común son las dos señales a las que primero debo prestarle atención. Mucho más que a ciertos libros, estudios y grandes teorías. Cuando un bebé llora lo primero es cogerlo en brazos. Para calmarlo, saber qué le sucede y satisfacerlo. Pero que pasa si “no le pasa nada” nada más que querer estar entre los brazos de su madre, padre o cuidador. Estando allí se relaja y baja el stress. La solución intuitiva y de sentido común, funciona. Frente a esto aparecen los estudios y teorías a las que me refería. Puestos en boca de todos las personas que rodean a este bebé: “no lo cargues  tanto que se va a acostumbrar”, “déjalo que llore para que se haga fuerte”. Es en  ese momento cuando los padres empiezan a dudar de todo. ¿Será verdad ?, si lo dice tal o cual debe ser cierto. ¿Y si me estoy equivocando y ya luego mi hijo se acostumbra al cariño? ¡Uf, que problema!. Y si se da cuenta que cada vez que me necesite, estoy.
Para sostener el impulso y la intuición de llevar en brazos al bebé podemos  ampliar  la información y leer  uno de los estudios que publico la Red Canguro Donde lo  explica muy  bien  el artículo  de Elizabeth Antunovic . Una vez leído esto, podremos decir “Claro, si es lógico y natural”.
El nacimiento no es el fin de la gestación,  es una interrupción de la misma. Continúa fuera de otra manera y por necesidad de la naturaleza. Si la cabeza del bebé siguiera creciendo en el útero al ritmo que lo hace en los tres últimos meses seria imposible llevar adelante un parto vaginal sin que corriera riesgos la vida de la madre y el niño. La naturaleza que es sabia y el bebé mas, comienza el trabajo de parto cuando así lo siente.
Manteniendo la proximidad constante con su madre el bebé comienza  la gestación externa para continuar el proceso de maduración. Cargar a nuestro bebé los primeros meses no sólo les da la calma a ellos, también nos da placer a quienes dejamos que se duerman en nuestros brazos. Se produce una carga de energía y amor infinito que difícilmente volvamos a encontrar en otras situaciones de nuestra vida. 

Cambiar el paradigma


La alimentación es un hábito que adquirimos desde la gestación hasta el final de nuestra vida. Cuando estamos embarazadas ya comenzamos a tomar decisiones que influirán en el presente y futuro de nuestro hijo. Los hábitos alimenticios, por ejemplo.
Cuando una embarazada me pregunta como debe alimentarse suelo decirle que mantenga o adquiera si ya no los tenía hábitos saludables. Pero que no pierda de vista el placer de ya estar alimentando a su hijo. Cambiando el paradigma de comer por dos, deberíamos  alimentarnos como un acto de amor y placer compartido.
Suscribo este texto robado a mi amiga Cristina Fernández de su espacio La cocina, rincón de amor.
COCINAR CON EL ALMA
Preparar la comida y comer juntos no es solo calmar en hambre. En torno al fuego, es fácil compartir mucho más que simples alimentos.
Aunque no estemos en casa y trabajemos fuera, el ámbito de la nutrición nos pertenece. Cocinar y ofrecer el alimento puede ser vivido como una prisión en relación a nuestras ansias de libertad y autonomía; o ser redescubierto como el mayor potencial femenino. Tenemos los pechos para amamantar, los brazos para acunar, las palabras para explicar, el cuerpo para cobijar, la paciencia para esperar, la profundidad para comprender, la constancia para ver crecer y el amor para cocinar el alimento material y espiritual. Las mujeres estamos hechas a imagen y semejanza de la tierra: generosas, húmedas, fértiles, receptivas. Es verdad que la histórica dominación de los hombres, cuando estábamos encerradas en ese territorio de cacerolas y sartenes, nos ha dejado un sabor amargo. Pero también lo es que podamos cambiar el paradigma y apropiarnos con entusiasmo de ese lugar nutricio, caliente e intenso que es donde se cocinan y se tejen los alimentos de toda la familia, las emociones y los amores. Podemos experimentar un contacto genuino con nuestra alma femenina, con nuestras antecesoras, cocinando alimentos sabrosos, naturales, saludables orgánicos y sencillos. La cocina puedes ser un sitio de encuentro, un rincón donde conversamos, abrimos el abanico de sentimientos y compartimos recuerdos, olores, gustos y sinsabores. Cocinar con alma es un modo de ofrecer cariño, palabras recuerdos y canciones. Si somos felices juntos, el niño comerá cualquier alimento, pero no si la tristeza, el miedo o los enfados llenan nuestra vida. En esos casos, el niño sentirá que no puede incorporar nada, porque si abre su estómago, se llenara de negatividad y desesperanza.
Si los adultos no sabemos qué nos pasa o si sabiéndolo no se lo contamos al niño, este no entenderá el mundo emocional familiar y, entonces, no podrá introducir nada. Y comida, menos.
Laura Gutman
Terapeuta Familiar.

La suerte de la última


Hay algunos pensamientos que nos unen. Los de soñar o planificar el momento ideal para, por ejemplo, irnos de la casa materna, probar una convivencia, dejar aquel trabajo que nos contamina, mandar a nuestro jefe al cuerno, hacer un viaje espiritual por la India,  animarnos a declarar ese  amor o  para tener un hijo.
Soy la menor de cinco hermanos, la última. De una tribu más semejante a la familia Tribilín o los Picapiedra que a la de los Brady Bunch. A decir verdad había alguien después de mí, el perro. Nuestro querido Toby quien  muchas tardes me hacía compañía y corríamos juntos detrás de nuestros hermanos para que nos incorporaran a sus juegos. Pocas veces lo lográbamos. 

Inesperado, -da adj. Que ocurre sin haberlo esperado o previsto
En el engranaje de hermanos, fui la inesperada según intuyo. Dato que nunca confirmó ni negó mi madre. Todos mis hermanos nacidos en escala con un año de diferencia y luego de un período de cuatro, llegué yo. Inesperadamente mujer, esperaban un Francisco. Inesperadamente en la Patagonia.
Con todas las características de la menor, testaruda, entrometida, saltándome etapas para estar mas cerca de los mayores. Independiente a la fuerza y por convicción. Ahora que soy madre entiendo que ya a la quinta no se le pueda prestar la misma atención.

Inesperadamente vivo en otro país, inesperadamente soy madre soltera. Inesperadamente soy feliz en este contexto caótico de crisis mundial económica y de valores. Crisis que muchas veces me afecta en el seno más profundo de mi hogar. Intento salir de los Tsunamis, fortalecida.
La familia  fue creciendo y tengo 11 sobrinos. Siempre tuve una relación especial con ellos intuyo por esto de ser  tan inesperada.  Ellos fueron creciendo velozmente como nos gusta cuando somos jóvenes, todo rápido y ya, en cambio yo ahora, una vez pasada la barrera de los 40, he preferido ir sumando años de a poco, saboreándolos como los buenos vinos. Lo que hace que hoy estemos muy cerca emocionalmente y con experiencias en común para compartir. Tengo amigos mas jóvenes que tienen hijos pequeños y  otros que tienen nietos. Con todos puedo compartir momentos maravillosos.
La suerte de la última me da el privilegio  de tener una niña de 2 años y medio, que algunos de mis sobrinos estén comenzando convivencias con sus parejas y otras  esperando  bebés. En pocos meses  yo seré tía abuela y mi hija tendrá dos sobrinos  2ª.
Creo que el mejor momento, el ideal es cuando sucede, inesperadamente.

El nacimiento de Luna Williamson


Compartir. Significa dar de uno, ¿sin limites?¿sin prejuicios?  Esto es lo que me pregunto cada vez que  leo algo que me conmueve y enseguida lo quiero compartir en el blog. Me pongo proteccionista, pensando si no será muy duro, triste o si es esto lo que las mujeres quieren leer. Tonterías, y viejos vicios que a diario trabajo para ir quitándome los. La primera premisa para ayudar a una mujer a empoderarse es saber que ella puede.
La historia de Cheli ya la conocía. El otro día tuve el placer además de verla  y compartir tareas de trabajo como doula. Esta mañana leo esta entrada del El Parto es nuestro y no podía dejar de llorar. Emocionada, orgullosa de cómo pudo vivir el nacimiento y duelo de su hija Luna. Detrás de estas palabras hay una gran mujer, una doula, profesional y amable. Un grupo de mujeres que la apoyaron también profesionalmente  y con amor. Una pareja e hijos que se integraron y ayudaron al proceso, viviendo además el duelo personal de cada uno.
Decido compartirlo  por todo esto y el aprendizaje que esta experiencia puede dejarnos. Gracias Cheli. 
http://elpartoesnuestro.es/blog/2013/09/05/el-nacimiento-de-luna-williamson