Estos días una amiga se despedía antes de sus vacaciones
con un mensaje donde me decía, “camino a mi descanso ¡con ganas de que me
cocinen!” Me pareció un resumen perfecto para ejemplificar lo que podemos
necesitar en momentos de mucho cansancio y agobio. Ella ha sido madre hace
cinco meses y ya sabemos lo agotador que puede resultar compatibilizar los
primeros meses de crianza con la logística de la casa. Ya saldrán quienes me
digan: bueno no es para tanto todas nuestras madres lo han hecho y sobrevivieron.
Sí, es cierto y nosotras también, pero cuánto mejor si podemos recibir una
ayuda y hasta como un regalo del cielo que alguien nos quiera cocinar por unos días. En un artículo muy interesante que publicó
Mikel Lopez Iturriaga en El País Cocinar es revolucionario nos mencionaba a Michael Pollan, quien decía: “la cocina ha sido una
actividad crucial para el hombre: su aparición significa el inicio de la
cultura y la ruptura definitiva con nuestro pasado animal. La cocina nos hace
humanos. ¿Por qué entonces la estamos abandonando?”
Sin necesidad de abandonarla podemos delegarla en unas manos
cariñosas por unos días.
Mi primer mes después de parir otra amiga, pasó por casa, sólo tocó el timbre y me dijo: “no vengo a
quedarme, sólo quería dejarte estos cinco tuperwer con comida congelada para
que no tengas que ponerte a cocinar”.
Me supo a gloria cada vez que pude saborear cocina casera sin tener que
hacer la compra y ponerme a la tarea. Con el privilegio que esos manajres son fruto de lo que ella hace
por arte y oficio en Gastrolamas http://gastrolamas.blogspot.com.es/ . La semana pasada tuve la suerte
de estar unos días con mi niña en la playa y el placer de disfrutar que
me cocinaran. No es lo mismo ir a comer fuera que estar entre fogones relajados
acompañando al chef con una agradable conversación, poniendo la mesa y ser
testigos de ver como los alimentos
pasan de crudo a cocido .
Son pequeños gestos que se
transforman en trascendentales cuando nuestra energía está puesta al servicio
de nuestro bebé. Nos permiten relajar y destinar esas horas al disfrute de un
buen baño en el mar, las caricias propias y ajenas, o la contemplación de un paisaje.
Mi deseo para estos días de
vacaciones es “que les cocinen rico”. Y como decía Andoni Aduriz, "lo mejor de la cocina de la abuela era la abuela"
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